De turismo ornitológico por La Moraña y las redes sociales.
En el centro de interpretación uno se da cuenta de la riqueza ambiental existente en La Moraña desde el punto de vista ornitológico pues más de doscientas especies utilizan estos territorios a lo largo del año, o por la existencia de unos hábitats que han ido evolucionando, sufren desajustes térmicos o pluviométricos, así como vaivenes de la tan denostada PAC y la sangrante despoblación ya comentada
Entre estas vicisitudes nos encontramos a la reina de la llanura cerealista, la avutarda, una especie que mantiene sus poblaciones en estos últimos 20 años constituyendo aproximadamente el 5 % de la población mundial y liderando a un nutrido grupo de aves esteparias como el sisón, el alcaraván, las ortegas y gangas, las terreras, alondras y calandrias, que, sin embargo, se encuentran en un serio riesgo de desaparecer al menos por estos lares.
En el recorrido guiado por el centro podemos ampliar el conocimiento sobre el águila imperial ibérica y su recuperación pues estuvo en el filo de la extinción. El Oso fue uno de los primeros municipios en albergar una pareja salvadora de esta especie, y que aún se mantiene, cuando poco a poco se encuentra colonizando las llanuras de varias provincias limítrofes. En las salidas de turismo ornitológico podremos observar desde esta majestuosa especie hasta los pequeños cernícalos que se ciernen sobre el horizonte llano, ratoneros en los postes, aguiluchos lagunero o pálido y dependiendo de la estación, bien el milano negro o el milano real, en peligro de extinción aún este último, siendo La Moraña uno de los principales destinos de invernada de espectaculares ejemplares procedentes de Centroeuropa. La época estival atrae al cernícalo primilla y el aguilucho cenizo, ligados a los hábitats esteparios y como sucede con otras especies, comentadas con anterioridad, en franco retroceso poblacional.
El Oso es uno de los territorios que participa en el proyecto de turismo de ornitología y naturaleza transeuropeo denominado Birdflyway, la ruta de los ánsares, cuyo origen se encuentra en Finlandia y el destino final en Doñana. Los turistas irán conociendo y visitando los distintos enclaves donde se les sellará un peculiar pasaporte a modo del camino de Santiago. El ánsar común sería el gran embajador de otras especies acuáticas que sobre todo en estos meses de finales de otoño e invierno, se convierten en un interesante reclamo para la observación y el disfrute de los espacios húmedos a los cuales se asocian en buena armonía con un creciente número de personas que acuden con prismáticos o telescopio para observar, censar o estudiar alguna de las especies o con la familia para disfrutar del ambiente de los paisajes abiertos y las sensaciones cromáticas que se abren delante de nuestros ojos y sentidos.
Por último la cigüeña blanca sería la representante de numerosas especies que utilizan La Moraña para reproducirse, migradora estival como otras procedentes del continente africano o sedentarias entre los variados hábitats de llanura cerealista, los pinares islas asociados, los lavajos o bohodones que han ido desapareciendo como consecuencia del descenso de los niveles freáticos, las concentraciones parcelarias y los canales de desagüe en que han convertido algunos de los principales cauces fluviales de la comarca. Los cascos urbanos diseminados por el territorio también son interesantes para ciertas especies o las masas pinariegas que van recuperando sus poblaciones de avifauna tras los funestos años del DDT.
En el marco geográfico existen espacios integrados en la Red Natura 2000 con la denominación de ZEPA (zona de especial protección para las aves) o ZEC (zona de especial conservación). Destacaría la ZEPA Tierra de Campiñas, al oeste de la comarca, que por extensión es la sexta de mayor superficie en la Unión Europea.
Es verdad que queda mucho por hacer, pero al salir del centro se renuevan las esperanzas y expectativas para que La Moraña busque nuevos horizontes y encuentre la alianza idónea entre progreso y conservación. El proyecto de dar a conocer a través de internet lo que pueda ocurrir en momentos puntuales en la laguna de El Oso es un salto cualitativo muy importante, a mi juicio. Otro claro ejemplo ha sido la difusión de imágenes que tenían como protagonistas las dos parejas de cigüeñas en Madrigal de las Altas Torres y el eco mediático alcanzado a través de la tele y los noticiarios.
Los recursos de multimedia permiten, además del contacto presencial puntual, un mayor acercamiento y conocimiento de las especies que nos rodean, visitan o se muestran como embajadoras aladas surcando cielos y artilugios informáticos que ojalá ayuden a mantener, por medio de proyectos económicos sostenibles, a personas emprendedoras o ya arraigadas al campo en las actividades agropecuarias y que puedan erigirse en custodios del territorio de una naturaleza biodiversa que seguirá evolucionando a pesar de nosotros.
Domingo 29 de noviembre de 2020 / Diario de Ávila
Víctor Coello Cámara
Galérida Ornitólogos Abulenses